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De la Commodore al grooming.

Parecen ayer aquellos días donde apenas terminadas las clases, sacaba del placard el teclado de la Commodore 128, la diskettera y un viejo televisor de 14” que hacía de monitor.

Pasaba horas, en realidad todo el día frente a la pantalla jugando al HERO,  Ghost N´Goblins, al Wonderboy,  al California Games por recordar algunos juegos. Después entró en casa una 486, para luego entrar en la vertiginosa etapa de las Pentium. Finalmente llegó la era de internet y, nada fue igual.

Pero internet no venía por fibra óptica. Se discaba un número, dial-up. Poder conectarse era un milagro, más que un milagro para quienes usábamos los servicios gratuitos de conexión. Alternativa gratis, deArriba, Tutopia, o recordarán muchos de ustedes a fullzero con las publicidades de Pampita.

Con internet llegaron las direcciones web que había que tipearlas perfecto para que el resultado sea el deseado. Luego llegó Altavista o Lycos para solucionarnos la vida. Fueron los primeros buscadores de internet o al menos por aquellos tiempos los más populares. Ya no hacía falta tipear la dirección web sino que se podían buscar y eso fue un gran avance. Claro que hoy pensando en Google, hablar de la importancia de los buscadores de internet es fácil.

Llegó el chateo con icq, las cuentas de correo electrónico, el fotolog, los blog, MercadoLibre, Facebook, YouTube, los smarthphones y todo cambió …otra vez.

Regresando a mi adolescencia, solo me preocupaba por tener los 10 australes suficientes para copiar un diskette de 5 ¼  con juegos en Rohan Soft. Intentaba elegir los menos pesados para ganar en cantidad. En casa, solo me preocupaba que no me alcancen los barriles del Donkey o que no maten los zombies del Goblins.

Pasó poco tiempo y un vendaval tecnológico cambió todo. Las computadoras de ahora entrarían en el cajón de mi viejo escritorio, ya no precisaría el Fast Load, y el entretenimiento está en la nube. Llegaron los millenians, nombre que jamás imaginaríamos que les asignarían a nuestros hijos.

Somos una generación que se ocupó de aprender de tecnología pero no tuvimos el tiempo ni los medios para saber que de la mano de ese huracán tecnológico se venían nuevos peligros.

De la mano de internet llegó el ciberbullying, el sexting, el baiting, los problemas de la privacidad, los hackers que roban tus videos íntimos, los problemas del ecommerce, del homebanking, de la IoT (Internet of Things), Uber y todos los otros que están pensando mientras leen esto.

Los millenians, 2 mil millones en el mundo, no son extraterrestres. Son los hijos de la tecnología y por mucho tiempo creímos que eso les daba ventaja. Un error que hay que corregir.

Debemos asumir la responsabilidad de educarlos, de enseñarles los peligros que existen en la tecnología, en internet, y como debe ser un uso responsable.

Los jóvenes buscan su espacio. Ello sucedió siempre, en la calle, en los boliches de moda y ahora en internet. Tienen sus propios códigos, su propio idioma y sus propias redes sociales. Vease como fueron abandonando Facebook o mejor dicho nunca entraron porque allí ya estaban sus padres, y fueron conquistando otras nuevas. Instagram, Snapchat o Tinder ocupan su espacio y pronto serán otras.

Pero cuando hablamos de educar no podemos dejar de pensar en los grandes también. En nosotros, padres que vemos como los chicos con 2 o 3 años navegan por las pantallas de las tabletas o celulares, moviendo el dedo índice. ¿Que nos deparará el futuro? ¿Cuáles erán los nuevos peligros? Nadie lo sabe, pero hay que estar preparados.

El Derecho Informático inaugura en esta edición la sección EDIficando en la web, desde la cual deseamos construir conocimiento sobre las tecnologías. Sin fronteras, sin prejuicios y por sobre todas las cosas, hablando claro.

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