El stress del mundo legal en diciembre.

 Jorge Amado Yunes

Abogado – Mediador

Escritor de la Editorial en LinkedIn

 El Impacto de la Neurociencia en la Gestión de Conflictos.

A pocos días de la feria judicial de enero, el ritmo en el mundo legal se intensifica. Hay vencimientos que atender, acuerdos por cerrar y demandas que presentar. Todo debe hacerse antes del viernes 29 de diciembre, como si luego se acabara el mundo.

Revisando investigaciones sobre el estrés en el ámbito jurídico, me encontré con un trabajo de Debra S. Austin, JD, PhD, cuyas ideas considero no solo brillantes, sino también oportunas para este contexto.

Austin explica cómo el estrés afecta la capacidad de aprender y resolver problemas. Ella recuerda una clase sobre manejo de la ira, donde se mencionó que al enojarnos “perdemos 30 puntos de coeficiente intelectual”. Aunque esta afirmación resultó ser una metáfora, la idea subyacente es clara: las emociones intensas, como el estrés y la ira, afectan nuestro desempeño cognitivo y emocional.

En el ámbito legal, operamos bajo un umbral de excitabilidad elevado, es decir, un estado constante de alerta que puede impactar negativamente en nuestra capacidad de tomar decisiones. El estrés prolongado no solo desgasta emocionalmente, sino que también puede alterar la función neuronal, afectando habilidades clave como la concentración y la memoria.

El peso de las demandas y el descanso

El estrés acumulado no solo afecta nuestra mente, sino también nuestra calidad de vida. Mi padre tenía un ejemplo que ilustra esta carga: imaginemos que viajamos en un ascensor con un portafolio. Podemos cargarlo todo el tiempo o soltarlo en el suelo y viajar más livianos. Este acto de soltar representa el descanso genuino y el poder de la meditación es un recurso que mi padre siempre destacó para aliviar el estrés.

Nunca vamos a poder conformar al otro. Nunca. Si al cóctel de la demanda social sobrecarga le agregamos la carga abrumadora de trabajo, los dilemas familiares y la necesidad de estar “disponibles”, será un cóctel super devastador en tiempos cómo estos.

Sin embargo, ¿cuánto descansamos realmente? Andrew Huberman, un referente en neurociencia, enfatiza la importancia de una buena higiene del sueño: establecer horarios regulares, evitar dispositivos antes de dormir y, algo que practico, agradecer al final del día.

Les comparto un ejemplo personal: hace algunas semanas, mientras respondía correos durante un feriado, sentí un bloqueo mental. Decidí descansar y, tras una siesta de dos horas (y un sueño en el que apareció Messi), me desperté y logré tener la hora más productiva de mi semana.

El desafío del equilibrio emocional

En el mundo jurídico, la presión de cumplir con las expectativas de los clientes es constante. Sumemos a esto la sobrecarga de casos y la complejidad emocional que enfrentamos al abordar conflictos sensibles. La multitarea, tan común en nuestro ámbito, no solo reduce la eficiencia, sino que también genera un agotamiento cognitivo que afecta nuestra capacidad de respuesta.

El psicólogo José Antonio Cousiño, dice algo interesante “…les pagamos para que nos defiendan. Los abogados son guerreros. La sociedad empuja al mundo jurídico a un umbral de exitación alto. El modo litigante es parte de la estructura de cognitiva del mundo jurídico…”

Por eso, cuidar nuestro “termómetro emocional” es fundamental. Como en una guitarra, la tensión adecuada permite sonar afinados, pero el exceso puede romper la cuerda. Encontrar el equilibrio entre un estrés que nos impulsa y uno que nos debilita es clave, especialmente en este frenético mes de diciembre.

El valor del descanso consciente

Una de las lecciones más valiosas que he aprendido es que el descanso no es un lujo, sino una necesidad. Decir “no” cuando es necesario y desconectar genuinamente puede ser la clave para mantener nuestra salud emocional y profesional.

Como mi padre decía: al final, se trata de decidir si queremos cargar con el portafolio todo el tiempo o dejarlo en el suelo del ascensor.

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